martes, 20 de enero de 2009

Pensamientos de una chica en estado de coma.


No llores, Norma.
No llores, por favor.
Ayúdame.
Os necesito fuertes, a todos, así que no llores.
Puedo verte, sabes, norma? No sé cómo, porque sé que tengo los ojos cerrados, pero puedo verte.
Sé que estás ahí, a mi lado, y que llevas tu blusa amarilla y los zapatos nuevos, verdad?
Lo ves?
Y, sin embargo, aquí dentro está tan oscuro...
Es una extrana sensación, hermana. Es como si flotase en ninguna parte, mejor dicho, es como si mi cuerpo estuviese fuera de toda sensación, porque no siento nada, ni frío ni calor, tampoco siento dolor. Es un lugar agradable. Bueno, lo sería si no estuviese tan oscuro. Me gustaría ver, abrir los ojos y mirar. Hay algo que me recuerda la placenta de mamá. Sí, antes de nacer. Recuerdo la placenta de mamá porque era cálida y confortable.
Y cómo puedo recordar eso?
No, allí no tenía miedo, había paz. Aquí en cambio tengo miedo, a pesar de que siento algo de esa misma paz. La siento porque estoy a sus puertas. Puedo dar un paso y olvidarme de todo para siempre.
Un simple paso.
Pero no puedo moverme.
Norma, NOrma, y los demás?
Están bien?
Y Eloy?
Oh, Dios, daría mi último aliento por tenerlo aquí, a mi lado, y sentir su manos como siento la tuya, hermana.
Tu mano.
Eloy.
Me siento tan sola...
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Eloy?
Oh!, Dios...Eres tú, Eloy?
Estoy sonando? No, no es un suenio. Eres tú.
Reconozco tu voz, y huelo tu perfume y....sí, tambi´n puedo verte, al lado de Norma. Y ahora mamá te da un beso mientras papá sigue abatido ahí, junto a la ventana.
Has llegado. Sabía que lo harías, pero como aquí el tiempo no existe, no sabía cuándo sería posible verte. Ahora, sin embargo, me alegra tanto tenerte a mi lado!
Aunque lamento mi aspecto.
Estoy horrible, verdad?
Y pensar que lo último que te dije fue...
Te quiero. No hablaba en serio, sabes? Qué estúpida fui! En realidad... no sé, estaba jugando, ya sabes tú. Creo que me asustaba atarme. Se dicen tantas tonterías acerca del primer amor: que si se empieza pronto luego se estropea enseguida, que es mejor vivir primero y después...
No quiero perderte, Eloy.
Ni quiero perderme yo.
Por qué no me coges de la mano?
Por favor...
Has estudiado micho? Supongo que sí, toda la noche. Menudo eres. Y terco. Y ahora esto, menudo malo! Si el lunes suspendes el examen, encima será culpa mía. Me sabe mal, carino, pero te juro que yo no quería acabar así. Lo único que deseaba era pasar una noche loca, emborracharme de música, olvidar, y volar. Lo deseaba más que nunca.
Aunque te echaba de menos.
Me crees, verdad?
Claro. Estás aquí. De lo contrario no habrías venido.
Cógeme de la mano.
Vamos, cógeme de la mano.
Así...
Gracias.
Ahora ya no me importan el silencio ni la oscuridad.
Ahora...
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Estoy al final de un camino y al comienzo de otro.
Puedo escoger,
Retroceder, para empezar de nuevo, por el primer camino, o seguir, para ver hay en este.
Siento que una parte de mí me empuja hacia adelante, pero hay otra que me obliga a esperar, y luchar.
Como luchan ellos.
Todos están ahí abajo, junto a mi cuerpo, tratando de salvarme, de conseguir que ese yo que flota vuelva a mi otro yo físico. Los veo desesperarse, me inyectan cosas, se gritan unos a otros dándose órdenes, manipulan los aparatos. No saben que la decisión es mía.
Tengo la paz tan cerca...
Sin embargo, no quiero que sufran, y sé que están sufriendo.
Papá, mamá, Norma, Eloy...
Sufren por mí, porque me quieren, y si me voy... Si me dejo atrapar por esta paz...
Tal vez debiera luchar.
Siempre habrá una paz, pero no tengo más que una vida.
Esta vida.
Recuerdo la partida del último campeonato. Oh, sí, sí, fue genial! Qué maravilla! No solo fue la vitoria, sino cómo la conseguí. Me sentí orgullosa de mí misma. Acorralada, sin mi reina, sin caballo, y tres peones. Mi rival tenía todas las de ganar, pero resistí, paciente. Ella cometió un error, provocado por mí, y tras él...
Puede que sera la clave: luchar.
Sí, la paz estará siempre ahí, al final del camino, pero antes he de pasar por muchas batallas.
Ese es el sentido de la vida, de la partida. No rendirse.
No rendirse jamás.
Espera... Espera! Quién ha dicho que me estáis perdiendo?
Quiero volver.
Aún no es el momento.
Quiero seguir con vosotros, mientras decido cuál ha de ser mi próximo movimiento.
Esperen...
He vuelto, estoy aquí, Notan mi pulso?
Esperen...
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Los oigo.
Claro que los oigo.
Ni siquiera hace falta que hablen. Puedo escuchar vuestros pensamientos. Y no me duelen. Tampoco me llenan de alegría. Aquí las emociones, las sensaciones, son distintas. Puedo razonar sin presiones, como nunca lo había hecho. En cambio, sí me importa vuestro dolor, pero deberian saber que estoy bien.
Y si abandono mi cuerpo al final del camino... por supuerto, para qué necesitaré ya mi corazón o mis rinones?
Lo único que querría era tener un instante de lucidez, solo eso, para decirles que los quiero, aunque vosotros ya lo saben, y para decírselo a Eloy, que tal vez crea que ya no es así. Solo quiero un instante. Un instante final.
Aunque temo que baste ese simple segundo para sentir el dolor que no siento ahora.
No me gusta el dolor.
Tal vez por ello no quiero volver.
Ese es mi último miedo.
Me toca mover. Pasa el tiempo y la partida está en tablas. Pero me toca mover. Mi rival acaba de lanzar un ataque sobre las posiciones de mi rey y mi reina. Es una situación comprometida. Debo hacerlo. Puedo sacrificar una torre para escapar, o meditar detenidamente mi propio ataque, lanzando el caballo sobre su alfil. Y ese peón? Cuidado. Mi rival es bueno. Es el mejor que he tenido nunca.
Porque ahora sé como es.
Sé quién es.
Le he visto la cara.
Mi rival es la muerte, y juega a ganar.
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Está anocheciendo.
Por qué me parece todo un símbolo?
No tengo por qué tomar ninguna decisión. Puedo estar aquí todo el tiempo que me apetezca. Estoy bien. Sin embargo...
todas las partidas han de terminar, antes o después.
Y como buena jugadora, sé que es mejor no prolongarlas indefinidamente.
Cuál es la situación?
Ella, la muerte, ataca con su reina negra segura y dominante.
Yo solo tengo mi caballo blanco, mi resistencia. Si hacemos tablas, me quedaré ene ste lugar armónico y apacible para siempre. Pero no quiero las tablas. Nunca ha sido mi estilo. prefiero...
Jaque mate.
Ganar o perder.
Anochece y es el momento, sí. Y manana será otro día.
Tengo dos opciones, y el valor de enfrentarme a ellas. Una es ir hacia la oscuridad, la paz eterna. El adiós. Otra es regresar por donde he venido, volver, asumir el dolor y recuperar mi cuerpo, mis sensaciones. Oscuridad y luz.
Y en ambos casos, el camino es difícil.
Debo decidirme.
Muevo mi caballo blanco. La reina negra espera.
Mi turno, mi turno.
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He de intentarlo.
Pero por qué me cuesta tanto?
Debería de ser fácil, no? Es solo volver atrás, aunque duela. Bajar y meterme de nuevo en mi cuerpo.
Intentarlo, intentarlo.
No puedo?
La paz es la muerte. La reina negra me abate. El rey negro acecha. El dolor es la vida. Mi caballo blanco, mis alfiles, mis torres, mis peones me llevan al jaque mate. Oscuridad y luz. Pero me siento atrapada, paralizada. Es eso? Mi alma está tan quieta como mi cuerpo en esa cama?
Este silencio...
Si me dejo llevar, volando hacia la oscuridad, todo habrá acabado.
Todo.
Pero no quiero rendirme, no quiero!!
Papá, mamá, Norma, Loreto, Eloy...
Vamos, vamos!!
Lo estoy intentando.
Alguien puede oírme?
Lo estoy intentando!
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Los ojos.
Quiero abrirlos.
Y no puedo.
Siento una voz, en alguna parte, pero no la distingo, ni sé lo que me está diciendo. Es como la suma de muchas voces, de muchos sentimientos. Me llaman, me llaman.
Sigo intentándolo.
A un paso de la rendición, de decir adiós, pero sigo, sigo intentándolo.
Necesito tan solo hacer el último movimiento.
Parece tan fácil...
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Mis peones acosan. El fin está cerca. Jaque.
Una jugada más y...
Jaque mate.
Quiero vivir.

Strawberry Fields for ever.


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